![]() |
Rick Day |
Hablemos claro: el orgasmo masculino es uno de los grandes placeres de la vida. Un momento breve, sí, pero tan poderoso que nos hace perder el control, estremecernos, gemir y, muchas veces, dejar un desastre delicioso sobre la cama, el pecho o la boca de quien está con nosotros. Y aunque todos lo conocemos, pocos nos detenemos a pensar en lo fascinante que es este estallido de placer. Hoy vamos a contarte algunos datos que te harán amar aún más cada vez que acabes… o que te hagan acabar.
Nuestro orgasmo dura entre 20 y 30 segundos, con entre 6 y 15 contracciones musculares. Parece poco, pero en ese lapso se disparan miles de sensaciones, un cóctel químico de dopamina, oxitocina y endorfinas que nos sacude de pies a cabeza. Cada contracción no solo expulsa semen, también libera tensión, ansiedad y estrés. Por eso, después de corrernos, solemos sentirnos relajados, felices, a veces incluso un poco vulnerables. Es la descarga eléctrica más placentera que tenemos en el cuerpo.
Algo que a veces olvidamos es que orgasmo y eyaculación no son exactamente lo mismo. Lo normal es que ocurran juntos, pero no son inseparables. Podemos entrenar nuestro cuerpo para separar ambos procesos, aprendiendo a tener orgasmos secos, sin eyacular, y así prolongar el placer y seguir con la erección lista para el siguiente round. Técnicas como el edging, el masaje prostático o los ejercicios de control pélvico nos permiten multiplicar los orgasmos y convertir el sexo en una experiencia maratónica.
También es posible que la eyaculación no ocurra aunque sintamos el orgasmo. Esto sucede, por ejemplo, cuando hemos recibido ciertos tratamientos médicos, como en casos de cáncer de próstata, o cuando el semen, en vez de salir disparado, se desvía hacia la vejiga (algo llamado eyaculación retrógrada). Pero eso no anula el orgasmo ni el placer. El orgasmo sigue ahí, vibrando en el cuerpo, aunque no haya evidencia visible.
Ahora, si hablamos de intensidad, tenemos que decirlo: el orgasmo es mucho más potente cuando estamos con otro hombre que cuando nos masturbamos. ¿Por qué? Porque el contacto, la química, los besos, el sudor y el juego hacen que nuestro cuerpo libere hasta 400 veces más prolactina, una hormona que nos deja en un estado de euforia y conexión brutal después de corrernos juntos. No es lo mismo hacerlo solo que sentir el calor, la piel y la mirada de otro hombre llevándonos al límite.
Hay trucos simples pero potentes para intensificar el clímax. Uno de ellos: cuando estés a punto de acabar, sube tus testículos con la mano. Este pequeño gesto aumenta la presión y hace que la descarga sea aún más intensa. También puedes jugar con la respiración, aguantar un poco más antes de dejarte ir y sentir cómo el orgasmo se acumula y explota con más fuerza.
Y si hablamos de orgasmos épicos, no podemos ignorar una verdad que muchos conocemos por experiencia propia: no hay orgasmo masculino más intenso que el que sentimos cuando nos están penetrando. La estimulación de la próstata, combinada con el roce, la presión y la sensación de ser invadidos y rendidos, lleva el placer a un nivel incomparable. El orgasmo desde dentro es una sacudida profunda que atraviesa todo el cuerpo y nos deja temblando.
El orgasmo masculino no es solo un final, es un espectáculo químico, físico y emocional que nos conecta con nuestro cuerpo y con el de otros hombres. Es un recordatorio de que el sexo es un juego, un ritual, un arte que podemos disfrutar cada día más, sin culpa, sin vergüenza y con mucha intensidad. Porque cuando se trata de placer masculino, siempre podemos aprender, explorar y corrernos mejor.